Nos guste o no, la vida siempre nos urge a dar el siguiente paso. Las personas viajan y migran a nuevos lugares. Y mientras lo hacen, encienden las estufas y traen a su nueva morada, los sabores de casa.De la migración a la logística de la comida.
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Si hubiera miles de chefs habría miles de sabores, la cocina china es única y misteriosa. En el campo o en la ciudad, las habilidades culinarias siguen aprendiéndose de boca en boca, y la habilidad de un chef depende de su entendimiento.
La geografía y el clima de China son enormemente diversos. Muchos chinos aún viven de manera tradicional: se levantan al amanecer, regresan a casa al anochecer, plantan en la primavera, cultivan en el verano, cosechan en el otoño, y almacenan en invierno.
El hogar es el sitio en donde la vida comienza. Y es también el último destino de la vida. Trabajar en la cocina reúne a la familia. La comida se vuelve una fuente de confort y aliento.
Muchas gastronomías han pasado por una serie de encuentros notables y una fusión de ingredientes. Estos encuentros son como las relaciones humanas. Algunas están predestinadas. Otras son casuales pero nos tocan profundamente.
Al estar expuesta a comidas de todo el mundo, la gente comienza a desarrollar un paladar dispuesto a probar diferentes sabores. Aun así, aún hay platillos esperando ser descubiertos en las montañas de China.
Los chinos desarrollaron el hábito de desayunar durante la dinastía Han, hace unos dos mil años. Desde entonces, hacer tres comidas al día se ha vuelto práctica común en China.
Los pasos de ocho equipos de grabación en ciento cincuenta lugares a lo largo de China. Más de cuatrocientos mil kilómetros recorridos documentando historias inspiradoras detrás de la comida casera y del extendido hábito de consumir tres comidas diarias.