La calle Qianmen recupera su vieja fisonomía 

A raíz de su veloz desarrollo socioeconómico, Beijing se ha convertido en una urbe internacional con numerosos centros comerciales. Paralelamente, la calle de Qianmen fue perdiendo su esplendor de antaño. Sus viejas construcciones se hallaban en muy mal estado, tanto es así que siete de cada diez amenazaban ruina. En vista de ello y con el propósito de preservar esta valiosa parte de la historia de Beijing, en mayo del 2007 se puso en marcha un ambicioso proyecto que a lo largo de varios años ha sido revisado una y otra vez por dieciséis especialistas en reliquias culturales. Uno de ellos, Wang Shiren, nos comentó al respecto:


"En la elaboración del proyecto nos guiamos por dos principios. El primero consistía en tener en cuenta el carácter a la vez comercial e histórico de la calle. Es decir, teníamos que lograr combinar su función comercial con su antigua fisonomía. El segundo principio consistía en proteger el patrimonio histórico y recuperar sus elementos simbólicos."

Wang Shiren añadió que la remodelación de la calle de Qianmen, basada en el aspecto que ofrecía a principios del siglo XX, ha incluido la restauración de nueve edificios de valor histórico, el restablecimiento de cuarenta y una tiendas, la reconstrucción de tres arcos conmemorativos, el realce artístico de cinco edificios históricos y la construcción de cincuenta y dos casas cuyo estilo imita el de aquella época.


La calle de Qianmen tiene 21 metros de ancho y unos 840 de largo. En el extremo norte se levanta un pailou o arco adornado cuya construcción ha exigido un minucioso examen de fotos antiguas y la cuidadosa consulta de archivos históricos. Este pailou de madera es actualmente el mayor de Beijing. Adornado con tallas y pinturas de marcado sabor antiguo, en su centro aparece escrito "Puente de Zhengyang" con vigorosos caracteres dorados. Después de pasar por debajo del pailou, entramos en la calle de Qianmen. El suelo está pavimentado con pizarra de colores verde oscuro y blanco. En tiempos de la dinastía Ming, los emperadores pasaban por esta calle cuando se dirigían al Templo del Cielo para ofrecer sacrificios a los antepasados y a las divinidades celestes y terrestres. Tras la remodelación, en cierto modo se ha recuperado este capítulo de la historia, ya que por el centro de la calle discurre un camino imperial de tres metros de ancho. A uno y otro lado se alinean algún que otro teatro, así como tiendas y restaurantes muy populares entre los beijineses Beijing, como el restaurante Quan Jude, cuya especialidad es el pato asado, la primera librería de lance de propiedad estatal y el estudio fotográfico Dabei, fundado 80 años atrás. De vez en cuando, se ve pasar un tranvía al que los beijineses más ancianos llaman Dang Dang, en referencia a la campanilla de cobre que cuelga de su primer vagón y que el conductor del tranvía hace sonar pisando un pedal. Tras medio siglo de ausencia, el Dang Dang ha vuelto a la calle de Qianmen, despertando con el tintineo de su campana entrañables recuerdos entre los beijineses de más edad. Xi Fushun, una señora de 61 años, nos dijo:



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