La Ópera de Beijing 

Tras la fundación de la Reública Popular China en 1949, muchos conjuntos artísticos de la ópera de Beijing han visitado muchos países y regiones del mundo y han hecho conocer este arte escénico a un numeroso público extranjero. En los últimos 50 años, el gobierno y el pueblo chinos han concedido especial atención al desarrollo de la ópera de Beijing. Y sobre todo, los autores profesionales y los artistas han creado muchos nuevas obras, algunos de temas históricos y otras de temas modernos como las guerras revolucionarias, la construcción socialista y la vida del pueblo. En el proceso de desarrollo, muchos actores de talento han formado su propia escuela, perfeccionado las melodías del canto, las técnicas de representaciones o el maquillaje. En la primera mitad del presente siglo, la ópera de Beijing fue dada a conocer al público extranjero por dos célebres artistas: Mei Lanfang y Cheng Yanqiu, quienes viajaron en gira por diversos países. Las piezas de esta ópera fueron elogiadas por su carácter novedoso como la peculiar forma de representación escénica de Oriente. El más famoso de estos artistas es Mei Lanfang, actor y especializado en papeles femeninos, su genial calidad ha trascendido las fronteras de China y ha deslumbrado al público de muchos países. En las décadas del 20 y del 30 del siglo 20, el señor Mei llevó la ópera de Beijng a Japón, los Estados Unidos y la Unión Soviética. En 1950, se fundó en Beijing el Instituto de Operas de China, donde se han graduado muchos excelentes actores de la ópera de Beijing. Ellos han heredado los frutos artísticos de los antepasados y desarrollado con audacia sus peculiaridades, formando paso a paso sus estilos propios.


Para los espectadores de la Opera de Beijing, el maquillaje es un misterio. En realidad es todo un arte dentro de la ópera de Beijing. Está sujeto a patrones fijos en cuanto a motivos, trozos y colores. Es conocido como el maquillaje facial. Las máscaras empleadas en las danzas de las dinastías Tang y Song y los actores que representaban a dioses y demonios en la ópera de Yuan, dieron origen al arte de pintar los rostros. Con el desarrollo del arte de la ópera y las necesidades para su interpretación, el maquillaje reemplazó a la máscara. Para expresar gráficamente el carácter de los personajes, se pintan de manera exagerada sus principales características típicas: apariencia, edad, status, sentimientos, moral y mentalidad. Sin embargo, allí hay una intensa y bien ordenada actividad desplegada por los encargados del maquillaje, del vestuario y la utileria, profesionales de extraordinaria habilidad. Pero hay algo más que pocos saben. Por ejemplo, las piezas del vestuario que deslumbran a los espectadores no se lavan nunca y no se guardan de cualquier modo. Así, a fin de conservar intactos su color y brillo, cada prenda es doblada luego de volverla al revés. La razón por la que no se lavan ésta en que se pueden desteñir y presentar arrugas. Un vestuario conservado de esta manera puede durar unos 70 años.


En verano, para evitar que el sudor de los actores afecte las prendas del vestuario, ellos llevan debajo ropa interior hecha de fibras de bambu, que absorbe el sudor o fácilita su deslizamiento, sin afectar al vestuario, pero si el sudor manchara algo la prenda, el remedio es aplicar allí un poco de licor que luego de quitar la mancha se evapora sin dañar la tela.


La pericia de los utileros es una garantía para la brillantez de la representación escénica. El vestuario y otros ornamentos de la Opera de Beijing, además de ser inherentes a la belleza del conjunto de este arte tradicional, constituyen, con el maquillaje, la forma básica de caracterizar a los personajes y siempre son vistos por los actores como el principio fundamental del arte escenico. Detrás del éxito de cada función esta la habilidad de los utileros.

Editor:Feng Qian  Origen:


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